El desempleo juvenil, especialmente cuando se encuentra vinculado a situaciones de pobreza y de exclusión social, es uno de los problemas más importantes de nuestro mundo globalizado. Este problema trae consigo grandes costos a los individuos, a sus familias y a la sociedad. Se sabe que el desempleo en edades tempranas compromete permanentemente la empleabilidad futura de las personas y genera patrones inadecuados de comportamiento laboral para toda la vida. Por la falta de ingresos de esta población los aparatos productivos pierden demanda agregada y ahorro, los gobiernos pierden las inversiones hechas en educación, dejan de recibir aportes a los sistemas de seguridad social y deben ampliar su gasto en servicios para remediarlo incluyendo los costos generados por la vulnerabilidad de esta población a la criminalidad y la drogadicción.
Como lo ha señalado el Secretario General de la Naciones Unidas, el desempleo juvenil compromete el desarrollo social y económico de generaciones futuras, cuestiona nuestra solidaridad intergeneracional, y genera tremendos desafíos de desarrollo para cada país así como para la comunidad internacional.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha alertado de que la tasa mundial de desempleo juvenil ha alcanzado el nivel más alto en la historia y se espera que siga aumentando en 2010.
La tasa de desempleo juvenil española dobla la media europea. El nivel de desempleo masculino y femenino sigue siendo el más alto de la zona euro, donde la tasa de paro aumentó el 10% frente a un crecimiento del 19,2% en España.
El récord del paro juvenil amenaza con crear 'una generación perdida'.
Para superar este problema la OIT recomienda a los gobiernos que no dejen de invertir en educación y que generen políticas de inserción laboral para los jóvenes.
En vistas a superar este bache laboral, la OIT exhortó a los gobiernos "aprovechar" la crisis para evaluar las estrategias que hagan frente a la desventaja laboral de los jóvenes, así como impulsar programas que combinen políticas educativas y laborales.
"Los jóvenes son el motor del desarrollo económico, desaprovechar este potencial es un desperdicio económico que puede menoscabar la estabilidad social".
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